El 14 de septiembre se
celebra el fileteado porteño, un arte decorativo y popular que nace en Buenos
Aires a principios del siglo XX.
¿Qué es el fileteado porteño y qué se celebra?
El 14 de septiembre se celebra el día del fileteado porteño en
conmemoración a la primera exposición de filete porteño que se realizó en
Buenos Aires en la Galería Wildenstein en 1970.
El fileteado es la expresión artística que mejor representa a la
Ciudad, es un arte decorativo y popular que incorpora el dibujo y la pintura.
Una de las tantas definiciones que podemos encontrar en el diccionario sostiene
que filete es: “del Latín filo = hilo/lista angosta en moldura/ línea fina para
adornar dibujos” y filetear se define como “adornar con filetes”.
Podemos concluir que esta idea de un hilo decorativo inspiró una
práctica que luego se transformó en el arte que hoy conocemos como fileteado
porteño.
Historia del Fileteado Porteño
Al igual que en el tango, en el fileteado porteño, no existe
acuerdo en cuanto a su historia y a sus orígenes, como tampoco hay un primer
artista iniciador. Precisamente, por ser un arte popular, el fileteado tuvo
poca documentación y lo que hoy en día conocemos es a través de testimonios. No
hay una fecha exacta que marque su comienzo y tampoco se conoce a un primer
fileteador o iniciador del género.
Entre los historiadores existe un acuerdo general de que el
fileteado porteño es un arte decorativo y popular que nace en Buenos Aires a
principios del siglo XX. Los primeros fileteadores desarrollaron su actividad,
en forma espontánea, en las fábricas de carros de la Ciudad. Los testimonios
coinciden en que estos primeros maestros y artesanos del oficio fueron inmigrantes
italianos que trabajaban en las fábricas de carros.
Los tres primeros fileteadores que se conocen son Salvador
Venturo, Vicente Brunetti y Cecilio Pascarella. Una anécdota cuenta que en la
Avenida Paseo Colón existía un taller de carrocerías en el que trabajaban
colaborando en tareas menores dos niños humildes de origen italiano, Salvador
Venturo y Vicente Brunetti. Un día el dueño del taller les pidió que dieran una
mano de pintura a un carro, que por aquellos tiempos, estaban pintados en su
totalidad de gris, que era el color municipal reglamentario. Quizás por
travesura o sólo por experimentar, los niños pintaron los chanfles del carro de
colorado y esta idea gustó a su dueño. A partir de ese día otros clientes
quisieron pintar los chanfles de sus carros con colores y otras empresas de
carrocería imitaron la idea.
Inicialmente se trataba de líneas muy finas que cubrían los
paneles de los carros o separaban dos colores diferentes en sus costados. Más
tarde se sumaron nuevos elementos decorativos y se perfeccionaron las técnicas.
Fueron surgiendo diferentes motivos que conformaron un variado repertorio que
caracterizará a este género. Se incorporaron flores, volutas, hojas de acanto,
cintas argentinas, bolitas, líneas rectas y curvas de diferentes grosores que
se van combinando con escenas campestres y personajes populares, como la Virgen
María y Carlos Gardel. Los colores utilizados son muy vivos y la pintura que se
utilizaba es el esmalte sintético, que resiste al tiempo y a la intemperie,
teniendo en cuenta que este tipo de arte circula en los vehículos de la Ciudad.
Los textos también forman parte del fileteado y están inspirados
en frases breves y acuñadas por la sabiduría popular.
Muchos de los artesanos fileteadores querían imitar a los
letristas franceses, que por aquel entonces pintaban las letras de los
comercios, otros se inspiraban en los ornamentos del frente del Teatro Nacional
Cervantes.
Con el progreso aparecieron el camión y el colectivo que,
reemplazando al carro, serian los nuevos portadores del filete porteño. Desde
allí no habría casi colectivo o camión que no incorporara en la pintura de su
carrocería este arte decorativo.
El primer intento serio de valorar el fileteado fue la
adquisición de tablas a distintos fileteadores hecha por Esther Barugel y
Nicolas Rubio, con la que realizaron la primera exposición en la galería
Wildenstein en 1970. A pesar de que la exposición le dio un gran impulso al
género, ya que era la primera vez que el fileteado pasara a las galerías de
arte, nada pudo evitar su ocaso. Gran parte de esta decadencia de debió a una
Ley promulgada en 1975 (Ordenanza de la S.E.T.O.P. Nº 1606/75 actualizada a
junio de 1985 y recientemente derogada) que prohibía el fileteado de los
colectivos en la Ciudad. A esto se sumó, con la crisis económica, el cierre de
la mayoría de las fábricas de carrocerías que mantenían a los fileteadores como
empleados y la muerte de mucho de los maestros y artesanos del gremio que no
formaron discípulos.
Esta prohibición y decadencia del fileteado hizo que este arte
pasara a ganar otros espacios y otros soportes. Nace así la exposición de obras
de arte de filetado en galerías y museos. Las obras expuestas en aquella
primera exposición del 16 de septiembre de 1970 se encuentran hoy en poder del
Museo de la Ciudad. Asimismo, se comenzó a usar en la decoración de objetos, en
el lenguaje publicitario y en el bodypainting, entre otros soportes. Además, el
fileteado fue adquiriendo una gran significación y pasó a convertirse en el
emblema iconográfico que mejor representa a la ciudad de Buenos Aires.
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