El Obrero, un bodegón de La Boca que eligen las estrellas internacionales
Nació como fonda de puerto y hoy, con la misma esencia, turistas y famosos son habitués.
PorNORA SÁNCHEZ
Era una fonda de puerto para gente de trabajo, de esas en que una discusión de fútbol o de juego termina a las trompadas. Lo abrieron dos hermanos asturianos en 1954 , en un local del barrio de La Boca que desde 1910 había sido un despacho de bebidas. Pero los ecos de las peleas se apagaron hace tiempo y ahora El Obrero es el restaurante que eligen los famosos cuando quieren conocer un auténtico bodegón porteño. Como Bono, que en 1998 fue y disfrutó de un lomo con panaché de verduras empujado por un buen vino tinto.
“Dicen que ahora que está en el país quiere volver, pero no sé si podrá. Debe tener una agenda complicada. Cuando estuvo en 1998 hizo un brindis en irlandés con todos, hasta con la cocinera”, cuenta Juan Carlos Castro.
Juan Carlos es uno de los tres hijos de Marcelino Castro, que fundó El Obrero junto a su hermano Francisco cuando en La Boca no había turistas ni famosos , sino trabajadores del puerto, frigoríficos y fábricas, como la de Ford. En esos tiempos servían tres platos, siempre comida de cacerola como estofado, fideos o sopa. De hecho, la sopa del día sigue en el menú, a $ 5 el plato y servida con cucharón desde una vieja sopera.
“El ambiente era sumamente machista –dice Juan Carlos–. La mayoría eran inmigrantes que tomaban y jugaban a las cartas por plata.
Mi papá le pegó a más de uno . En la época de Perón un tipo dijo ‘soy peronista’ y no quiso pagar el vino. Mi viejo lo sacó a los sopapos. Con tres hijos para alimentar, ¡mirá que no iba a cobrarle el vino!”.
A principios de los 80, el ambiente cambió. “Se acabaron las cartas y mi madre vino a trabajar al local –recuerda el hijo de Marcelino–. Me acuerdo cuando mi papá agarró un maso de cartas de una mesa, lo tiró al piso y dijo ‘acá no se juega’ más. Entonces empezaron a venir familias ”.
Mientras Buenos Aires perdía muchos de sus lugares tradicionales, El Obrero hoy sigue fiel a su esencia, con su mostrador de estaño, las mesas de madera y una carta escrita en varias pizarras. Ya no hay peleas, pero el bodegón sirve comida incluso hasta la 1.30 de la madrugada.
Su autenticidad atrajo al turismo y, también, a varias estrellas internacionales, que se animan a adentrarse hasta el número 64 de la calle Caffarena. “¿Qué tendrán en común Susan Sarandon, el líder de U2, Maradona y una legión de famosos, como Manu Chao, Robert Duvall y Francis Ford Coppola? Todos han comido en El Obrero, pequeño restaurant en una barriada pobre de La Boca, Santo Grial de los entendidos en bifes”, afirma un artículo publicado en el diario inglés The Guardian.
“Maradona nunca vino –corrige Juan Carlos–. Pero sí Claudio Caniggia, Carlos Bianchi, Luciano Benetton, Gustavo Cerati y Soledad Silveyra. También Tommy Lee Jones, que tiene haras en Lobos y una vuelta vino dos veces desde allá en la misma semana. Acá no le regalamos nada a nadie, pero vienen por la trayectoria y por la calidad de la comida , que se mantiene porque tenemos los mismos proveedores desde hace años. Además, acá la gente no los molesta, más allá de un saludo”.
A pesar de la fama, en El Obrero aseguran que no están enfocados en el turismo. Los platos que anuncian las pizarras son simples y a buenos precios: fideos a $ 20, rabas a $ 37, brótola al roquefort a $ 36 o tortilla a la española a $ 23. El flan sale $ 13 y el pavé de vainillas, $ 17. Este último es el postre característico de la casa y a sus 69 años todavía lo prepara doña Lidia, la esposa de Marcelino, que ahora tiene 79 y está alejado del negocio. El pavé reúne vainillas, leche condensada, crema y moscato. Juan Carlos –continuador del local junto a sus hermanos Silvia y Pablo, se ufana: “Acá no hay recetas ni chef”. Y la gente, vuelve.
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